A partir del 10 de diciembre de 2019, las aerolíneas comerciales de Estados Unidos tienen prohibido volar a Cuba, excepto La Habana. La medida, dictada por Donald Trump en octubre de este mismo año, llega después de tres años y cuatro meses desde que se levantó esta misma orden por el gobierno de Barack Obama.
La prohibición de volar desde Estados Unidos a Cuba afecta a nueve aeropuertos cubanos. Estas rutas eran operadas por aerolíneas como American Airlines, Delta y jetBlue desde agosto de 2016. Esa fecha marcó el restablecimiento de vuelos regulares entre ambos países después de una interrupción de 55 años como parte del embargo económico, comercial y financiero impuestos por el país norteamericano americano sobre la isla en octubre de 1960.
Pese al proceso de acercamiento registrado con Obama, Estados Unidos mantuvo la prohibición a los norteamericanos de viajar como turistas a la isla, aunque fueron establecidas 12 categorías que permitieron visitar el país caribeño a más de 600 mil estadounidenses cada año y unos 500 mil cubano-estadounidenses entre 2017 y 2018, según datos de la prensa local.
Junto a la cancelación de estos vuelos, se aplican otras medidas restrictivas por parte de la administración de Donald Trump, con el argumento que Cuba viola los derechos humanos y la supuesta colaboración con el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Como por ejemplo, a limitación a los envíos de remesas a sus familiares en la isla y al atraque de cruceros en puertos cubanos. Estas órdenes han sido criticados por varios sectores y se calcula que afectarán a millones de personas. Quienes apoyan estas sanciones contra Cuba dicen que éstas representan un sacrificio para poder afectar a los ingresos del gobierno cubano.
Bruno Rodríguez, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, señaló que «el gobierno de Estados Unidos escoge el Día de los Derechos Humanos para iniciar la prohibición de los vuelos a Cuba, excepto a La Habana. Daña a #CubanosConDerechos, incluso a viajar, y los vínculos familiares».