La actividad del grupo Air France – KLM ha descendido más de un 95%, lo que le lleva a perder 25 millones de euros al día. Sin una inyección de liquidez, difícilmente sobrevivirá por mucho tiempo. Debido a la importancia estratégica del holding aéreo para las economías de Francia y Holanda, estos dos países han anunciado un apoyo gran financiero.
La ayuda estatal francesa ascenderá a 7.000 millones de euros. Una parte —4.000 millones— serán préstamos bancarios garantizados por el Estado en un 90%. Los otros 3.000 millones consistirán en préstamos directos excepcionales del Estado en su calidad de accionista.
La participación holandesa en el rescate estará entre 2.000 y 4.000 millones de euros. Los detalles se conocerán en las próximas semanas. El Parlamento holandés deberá dar su visto bueno.
Ambos estados cuentan un 14% del capital del grupo. Esta medida extraordinaria debe permitir conservar 350.000 puestos de trabajo directos e indirectos.
Es imposible predecir la pandemia ni si habrá nuevos rebrotes que obliguen a repetir los confinamientos. La previsión es que el turismo se va a resentir gravemente durante un periodo prolongado. El director general del grupo francoholandes, el canadiense Ben Smith, declaró ante el senado francés, el miércoles pasado, que el retorno a un nivel de negocio como el previo a la pandemia no se producirá hasta el 2022. Smith esbozó la posibilidad de que, al terminar esta gigantesca crisis, Air France-KLM pueda beneficiarse de la consolidación del sector; es decir, que pueda comprar compañías que hayan quedado maltrechas o entrar en su capital.
No es la primera vez que el Estado salva al grupo Air France. Hace 26 años, antes de que llegara la moneda única, una recapitalización por valor de 20.000 millones de francos (3.000 millones de euros) permitió a la aerolínea escapar a la quiebra e iniciar una formidable recuperación. Un cuarto de siglo después y en una coyuntura muy distinta, la filosofía de fondo y los reflejos históricos del poderoso Estado en Francia se mantienen vigentes.