Boeing 777 de British Airways

Esta semana, Alex Cruz —CEO de British Airways—, ha confirmado ante el Comité de Transporte de la cámara de los comunes, que la aerolínea británica despedirá a 10.000 trabajadores debido a la crisis por la pandemia de Coronavirus. Esto representa un 30% de su plantilla, y, finalmente, serán 2.000 menos de los planteados en abril.

De los 10.000 despidos anunciados por British Airways, 7.200 ya se han llevado a cabo. Mientras, el señor Cruz se compromete a proteger a los 30.000 empleados que se quedan en la empresa, aunque sufrirán un recorte salarial del 33,3%, frente al 25% anunciado anteriormente. El año pasado, su director ejecutivo ganó 805.000 libras esterlinas, incluidos salario, beneficios y pensiones.

La semana pasada, British Airways transportó 187.000 pasajeros. En cambio, durante el mismo periodo del año pasado transportó casi un millón. La aerolínea británica sigue operando un 25-30% de su operativa habitual, lo que genera un gasto de unos 20 millones de libras esterlinas al día. Además, durante todos estos meses de pandemia, la compañía asegura haber realizado 2,1 millones de reembolsos y haber emitido 1,6 millones cupones canjeables en vuelos. British Airways terminó el año pasado con 2.600 millones de libras esterlinas en efectivo, mientras que llegó a junio con 2.100 millones.

Debido a las cuarentenas impuestas a la llegada por el Reino Unido, British Airways asegura que no tiene suficientes pasajeros como para seguir operando a largo plazo. Por ello, propone al gobierno que cambie su estrategia y que se realizen test de Coronavirus en el aeropuerto. Creen que es importante reducir el tiempo de cuarentena para impulsar la demanda de viajes de negocios y de vacaciones. Aseguran que solo así podrán recuperar la confianza del pasajero. La aerolínea se pone a disposición de las autoridades británicas y de Estados Unidos para realizar pruebas piloto.

Mientras, los parlamentarios han calificado a la empresa de «vergüenza nacional» por la propuesta, acusándola en un informe de un «intento calculado de aprovechar la pandemia para eliminar puestos de trabajo y debilitar los términos y condiciones de los empleados restantes».